Prepárate para la lactancia materna
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Lo más importante que puedes hacer para prepararte para la lactancia materna es creer que puedes hacerlo.
La planificación de la lactancia materna puede incluir el establecimiento de objetivos a corto y largo plazo.
Cuando nace, el bebé está preparado para acurrucarse y comer. Practica el contacto piel con piel en el hospital y en casa. Tendrá hambre a las pocas horas de nacer.
La lactancia materna requiere práctica. Cuanto más cómoda te sientas, más fácil te resultará. Descubre lo que mejor se adapte a ti y a tu bebé.
Es posible que el bebé no quiera que lo sujetes de la misma manera en todas las tomas. Prueba sujetarlo de distintas formas hasta que encuentres la más cómoda para tu bebé.
Es posible que el bebé no quiera que lo sujetes de la misma manera en todas las tomas. Prueba sujetarlo de distintas formas hasta que encuentres la más cómoda para tu bebé.
Cuando te sientas estresada, escucha a tu cuerpo. Cuídate y sé amable contigo. Busca formas de aliviar el estrés que sientes.
Rodéate de personas que te apoyen
La crianza de un hijo requiere mucho trabajo. Permite que tu familia y amigos te ayuden con las tareas domésticas o carguen al bebé mientras duermes, descansas o te das un baño. Lo más probable es que quieran ayudar, y tú te mereces un descanso. Del mismo modo, aléjate de las personas que dicen o hacen cosas negativas que te provocan estrés.
Relájate
Busca un lugar tranquilo, cómodo y que te ofrezca calma para amamantar. Si estás relajada cuando amamantas, la experiencia es más agradable para ti y para tu bebé. Aprovecha estos momentos para vincularte con tu bebé, escuchar música relajante, meditar o leer. La lactancia materna puede ayudarte a relajarte y a manejar mejor el estrés. El contacto piel con piel con tu bebé tiene un efecto relajante natural.
Duerme
Es importante descansar lo suficiente para sentirte renovada. Dormir te ayuda a sentirte mejor y a mantenerte fuerte. También te da energía para cuidar al bebé y mantiene el sistema inmunitario en buen estado. Además, dormir lo suficiente te ayuda a mejorar el estado de ánimo y a afrontar los desafíos que implica ser una madre primeriza.
Ponte en movimiento
La actividad física mejora el estado de ánimo. Cuando haces ejercicio, el cuerpo produce ciertas hormonas que pueden ayudar a aliviar el estrés. Prueba dar una vuelta a la manzana y consulta a tu médico cuándo puedes volver a hacer actividad física de mayor intensidad después del parto.
Pide ayuda a un profesional
Un terapeuta puede ayudarte a superar el estrés y a encontrar formas positivas de afrontar los problemas. Ponte en contacto con WIC para acceder al apoyo que necesitas.
Continúa amamantando según te lo pida, entre unas 4 y 6 veces en 24 horas.
Los bebés pueden atravesar un período de crecimiento repentino alrededor de los 6 meses de edad y es posible que se alimenten más a menudo.
Ofrécele leche materna en un vaso.
Utiliza la leche materna o fórmula para preparar de 2 a 4 cucharadas de cereal infantil fortificado con hierro. Ofrécesela dos veces al día.
2-4 cucharadas de pequeños trozos de pan seco, galletas para bebés y cereales. Ofréceselas dos veces al día.
4-8 cucharadas al día.
Vegetales cocidos, en puré, machacados.
4-8 cucharadas al día.
Frutas cocidas, en puré, machacadas. Puré de manzana, puré de melocotón o banana pisada.
2-4 cucharadas al día.
Carnes, aves, huevos, pescados o legumbres sin condimentar, colados, machacados o en puré.
Se puede añadir yogur de leche entera suave.
Para diluir la mantequilla de cacahuate, utiliza cereales para bebés o yogur de leche entera.
4-8 cucharadas al día.
Cereales infantiles aprobados por WIC.
Tostadas secas, galletas saladas, pan, bagels, panecillos o panquecitos sin agregados.
Arroz y fideos cocidos.
3-4 cucharadas al día.
Vegetales cocidos en trozos del tamaño de un bocado.
3-4 cucharadas al día.
Frutas frescas, peladas y en porciones del tamaño de un bocado.
2-4 cucharadas al día.
Carnes, aves de corral, pescado o huevos finamente molidos, picados o en dados, o puré de habas cocidas.
Mantequilla de cacahuate diluida y sin grumos.
Dale los sólidos con una cuchara. Nunca pongas cereales en un biberón.
Continúa amamantando a libre demanda, al menos 4 veces en 24 horas.
Si tu bebé parece menos interesado en ser amamantado después de que empezó a comer sólidos, intenta amamantarlo antes de ofrecerle los sólidos.
Ofrécele leche materna en un vaso.
24-32 onzas al día.
Ofrécele fórmula en un vaso.
4-8 cucharadas al día.
Cereales infantiles enriquecidos con hierro.
Arroz o pasta solos.
Galletas saladas, pequeños trozos de pan o tortillas blandas.
8-12 cucharadas al día.
Vegetales cocidos, hechos puré con un tenedor.
Alrededor de las 2 a 3 semanas, las 6 semanas, los 3 meses y los 6 meses de edad, los bebés pueden atravesar un período de crecimiento repentino en el que se alimentarán con más frecuencia.
A medida que crecen, los bebés pueden retener más leche, por lo que las tomas pueden ser más espaciadas y durar menos tiempo.
Para evitar que se ahogue, sujeta siempre al bebé cuando lo alimentas. Nunca dejes el biberón apoyado contra algo para sostenerlo mientras lo alimentas.
Empieza a ofrecerle leche entera cuando tu bebé tenga un año.
Para evitar que se ahogue, sujeta siempre al bebé cuando lo alimentas. Nunca dejes el biberón apoyado contra algo para sostenerlo mientras lo alimentas.
Prueba de a un alimento nuevo a la vez. Espera 5 días antes de probar otro alimento nuevo para controlar las alergias. Las alergias alimentarias pueden incluir sibilancias, sarpullidos o diarrea.
Incorpora la mantequilla de cacahuate alrededor de los 6 meses. Unta una pequeña y fina capa de mantequilla de cacahuate o de frutos secos en una galleta. Vigila a tu bebé para ver si tiene alguna reacción durante las dos horas siguientes.
Los bebés menores de un año NO deben consumir miel ni alimentos que puedan provocar asfixia, como los frutos secos o las uvas enteras.
Antes de que le salgan los dientes, límpiale las encías con un paño suave y limpio después de cada comida, especialmente antes de acostarse.
Amamanta a tu bebé según te lo pida, al menos entre 7 y 9 veces en 24 horas.
Cuando a tu bebé le empiezan a salir los dientes, es posible que quiera alimentarse más a menudo.
25-45 onzas en 24 horas.
Tu bebé necesita entre una 4 y 6 onzas de fórmula fortificada con hierro cada 3 a 4 horas.
Es posible que tu bebé empiece a alimentarse con un horario fijo. En lugar de centrarse en cantidades fijas, deja que tu bebé te diga cuándo es suficiente.
Los recién nacidos tienen una pancita diminuta y necesitan alimentarse a menudo. Durante las primeras semanas, es posible que tengas que despertar a tu bebé para alimentarlo si duerme más de 4 horas.
Muchos bebés se ponen nerviosos durante los períodos de crecimiento repentino y quieren que los amamanten durante más tiempo y con más frecuencia. A esto se le llama “tomas muy seguidas”. Es la forma que tiene tu bebé de ayudarte a aumentar tu producción de leche para que puedas satisfacer sus necesidades. Recuerda que, cuanto más amamantas a tu bebé, más leche produce tu cuerpo.
Los períodos de crecimiento repentino pueden ocurrir en cualquier momento, y cada bebé es diferente.
Suelen ocurrir a estas edades:
2 a 3 Semanas
6 Semanas
3 Meses
6 Meses
Amamanta de 8 a 12 veces en 24 horas para ayudar a tu recién nacido a mantenerse sano.
Amamanta a libre demanda y cuando tu recién nacido muestre señales de hambre, como succionarse las manos o chasquear los labios.
En los primeros días, los recién nacidos necesitan de 2 a 3 onzas de fórmula infantil fortificada con hierro cada 3 o 4 horas.
Al final del primer mes, el recién nacido necesita unas 4 onzas cada 4 horas.
Aliméntalo a libre demanda y cuando el recién nacido muestre signos de hambre.